Tiky, para ti de nuevo

Esta fue la segunda carta que escribí para ella. Decidí repetir mi participación en el Concurso Cartas de Amor de Montblanc, que fue postergado por la situación venezolana en los meses febrero-abril de 2014. Después de todo, lo menos que reinaba en las calles era el amor. La injusticia y el abuso de poder transitaban a diestra y siniestra, juzgando con el dedo acusador a quienes se atrevieron a disentir a viva voz. Héroes son aquellos que luchan por causas justas y Venezuela tiene mucho de ellos...

Como aún la incertudumbre nos acobija, no sabemos que pasará para el año próximo.

De igual forma comparto con ustedes lo que escribí. Gracias.


 Tiky,

En la primera carta que te escribí dije que quizás no la entenderías. Te subestimé. Cuando mamá te la leyó, por primera vez, algo entendiste. Me lo hizo saber tu risita de caballo, porque hiciste pucheros y además porque en tu lenguaje abarrotado de “mamamama papapapapa” algo quisiste decirme (esa vez no logramos traducir lo que pronunciaste). Eres harta perceptiva y por ello, tengo la certeza de que me comprendes. Y aunque no sepas leer, te escribo nuevamente.
Tiky, esta vez son otras cosas las que quiero compartir contigo.

El 22 de febrero cumples 18 años. Serás mayor de edad para la Venezuela en donde has crecido. Según las leyes, ya no serás una niña. Pero, ¿qué sabes tú de responsabilidades? Tu vida es comer y dormir, como un bebé. Si acaso, me atrevería decir que solo conoces el orden: esa manía de que todo esté donde debe me causa mucha risa y a nuestra madre… ¡Cuánto le encanta!

Eres una bebé grande que llama la atención de cualquiera por su tamaño, su forma de hablar, su risa, sus gestos: Toda tú. Yo no sé que verán ellos, pero yo veo un ángel. Me he dado cuenta que todos queremos tener uno, o lo tienen o lo piensan. Yo, sin embargo, me siento más afortunada aún. Mi ángel es terrenal, comparte cada día risas, mimos y besos.

Conversando sobre ti, me hicieron interrogantes que no nos hemos planteado ni mamá, ni papá, ni yo. 

Te contaré cuáles fueron esas preguntas y lo que pensé al respecto:

—Si te digo que existen los ángeles ¿me creerías?
 Yo no sé de dónde le surgió esa pregunta, lo cierto es que muy convencida le dije que por supuesto. ¿Cómo no creerlo si comparto con uno? Así le hice saber que tú eres mi ángel, nuestra dulce compañía en casa.

En otra oportunidad me preguntaron dos veces:

—Y su… ¿Su esperanza de vida?
 Vaya crudeza inmersa en esta pregunta. Tiky, en mis 21 años jamás me planteé eso y es que tampoco los doctores lo hicieron, o quizás sí, y si fue, nunca lo supe. Ante eso solo puedo preguntarme: ¿Es que acaso los ángeles deben regresar a casa?

—¿Cuál es el plan con ella?
¿El plan? Eso tampoco se ha hablado. El único plan es que tú sigas creciendo porque el tiempo no se detiene. Tu ilimitado amor alimenta nuestros egoístas corazones. ¿Ese es el único plan? Pues, cuando mamá y papá no estén, quedaré yo. Seremos tú y yo. Velaré por tu bienestar. Y te digo algo, esa mamitis desbordada que despierta nuestra mami, también tendrás que sentirla por mí. Mira que yo sufro de hermanitis crónica.

Eres la hija que desearía tener, la sobrina que nunca tendré, la nieta que quizás no tenga. Eres todo y más. Dicen que el amor materno no se compara con nada pero estoy segura que este amor tan inagotable y asfixiante que derrocho por ti, amada hermana, no lo iguala nadie.

Sé mi eterna compañera.

Quien te ama, tu hermana.

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