Venezuela aclama dos Rs.

Por Oroyelix Lozada

Hoy me sumo a tantos venezolanos que quieren hablarle al país. Escribo porque la palabra inmortaliza y nutre la historia. El anhelado 7 de octubre ya pasó. Venezuela, según Manuel Caballero, es un pueblo democrático -así también lo alega el presidente-. Eso si consideramos por democrático como la expresión de la voluntad popular sin miedo y no por la constitución de gobiernos demócratas, como bien decía Caballero.

Independientemente de los resultados reina una realidad: una profunda división infundada en 14 años de gobierno y que ahora, vienen seis años más. Una polarización que se hizo más profunda ayer, porque aquellos que estaban llenos de esperanza y creían en un camino, esos mismos son quienes profesan que ganó la ignorancia, el pueblo ignorante "que se limpia el culo con el periódico que ellos leen". ¿Qué clase de expresiones son esas? ¿Cómo se puede creer en esa unidad que ha recurrido a los insultos por el desconcierto de esos resultados? Aquí yo no vengo a defender a la bancada oficialista, porque sí, sí son violentos, están armados, son gente que defienden a su presidente a capa y espada cegados por un enfermizo fanatismo. Para ningún venezolano, ni para Latinoamérica es un secreto que el discurso de Hugo Rafael Chávez Frías, es un discurso cargado de resentimiento, odio, división y descalificación. Que quienes no están con él, son apátridas, son los enemigos contra quienes hay que arremeter. Ahora bien, si Capriles ganaba "Ganaba Venezuela" y ahora que ganó Chávez, por axioma "Ganó la patria, el pueblo". La interrogante es: ¿Es que acaso el pueblo no son los venezolanos?

Olvídense de fraude, olvídense de la supuesta actitud cívica y patriota de Capriles ante el supuesto rumor del autogolpe. Son rumores, sólo eso. A menos que existan declaraciones extra oficiales del CNE, del gobierno o del Comando Venezuela, pero hasta ahora eso no ha pasado, ni creo que pase. 

También hay otra realidad: ha surgido un nuevo liderazgo, una unidad, una oposición que ha ganado cuerpo con mucho trabajo. El Flaquito, ese hombre que recorrió pueblo por pueblo, es el nuevo fenómeno. "Algo bueno está pasando" y seguirá siendo así si cada uno de nosotros, como venezolanos, estamos dispuestos a seguir haciendo país estos 6 años más.

Henrique, sin duda alguna dejó su nombre en alto, demostró ser un hombre de palabra, admirable, demostró una tenacidad de la que carece Chávez y además, dejó bien claro que la lucha continúa, "mientras haya vida, hay esperanza". Fue más lo que ganó que lo que se perdió, parece quizás incomprensible porque la derrota nos ha dejado desconcertados; sin embargo, queda mucho por hacer, nos queda por hacer, por aprender. Todavía hay algo que la oposición no termina de descifrar; quizás sea que aún no se mira fuera de la propia burbuja, quien sabe.

La oposición tiene trabajo por hacer, quedó claro. Ahora, el gobierno también. Es hora de crear puentes, es hora de tomar en cuenta a esa porción que ha sido mucho tiempo ignorada. Ya no es una minoría ínfima como siempre lo ha querido dejar ver el oficialismo, son 6.513.707 venezolanos que se oponen a la gestión del presidente reelecto por tercera vez. Cabe aclarar que Capriles obtuvo un total de 6.426.286. No se puede ignorar a casi un 50% de la población. Hay propuestas distintas a las rojas rojitas que deberían ser consideradas, discutidas. Si se quieren hacer las cosas bien, si de verdad quiere ser un mejor presidente, que se abran las puertas del consenso, del reconocimiento del otro, de la reconciliación. Solo en esa medida podremos vencer el mal que tanto nos acoge: la división.

Deben converger fuerzas tanto de arriba como de abajo para combatir la intolerancia. Despojarse de los estigmas, los estereotipos que profundizan el odio y resentimiento; para ello debe cesar ese discurso ultrajante del máximo líder y haber un compromiso de reconciliación por parte de la ciudadanía. Suena fácil, pero cómo cuesta y se ha pagado caro.

Se acercan las elecciones regionales. Cuántos defraudados y decepcionados; pero no se puede bajar la guardia. No se pueden rendir y dejar que otros decidan. Eleven su voz, su huella, independientemente de los resultados. Bajar los brazos es regalar la victoria sin si quiera haber luchado, eso lo hacen los derrotados. Sería cometer el mismo error que en el año 2005. Sería contraproducente haber logrado en estas presidenciales 80,79% de participación y en diciembre dejar que la abstención nos pase factura nuevamente.

No queda más que decir que Venezuela aclama dos R: reconciliación y reconocimiento.

2 comentarios:

  1. Excelente! Oportuno y ordenado. Me gusta esa introducción de la mano de Caballero. Oro INmortaliza su sentir a través de su palabra escrita! Me gusta.

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  2. Yo me pregunto sí realmente 6.426.286 es "casi" el 50% de la población.
    Tomando en cuenta que la población venezolana es de 27.227.930 y que solo votaron 18.606.379 electores.

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