Primer intento de entrevista

Foto cortesía de Freepik.
La mañana del jueves 26 de mayo me dediqué a crear perfiles en Gallito.com.uy y a enviar mi currículos junto a mi portafolio de cuentas que he manejado como Community Manager de emprendimientos venezolanos a distintas agencias digitales en Montevideo. Conseguí una oferta en N3XO, quienes estaban buscando a un Social Media Manager, cargo que me parecía ambicioso para una recién llegada, y de paso, extranjera. De camino, pensaba que mis pretensiones no serían ocupar ese cargo, tan solo presentarme y ser útil en cualquiera de las áreas que ellos consideraran u otro cargo inferior, después de todo para pautarme a reunión a alguna razón obedecía. El mismo día que envié al menos unos 5 correos con par de datos adjuntos, el director general de esta agencia me citó para el siguiente día: viernes.

No les voy a mentir, las expectativas eran elevadísimas, tanto que nublaron todo mal pronóstico. Según Moovit -app de navegación-, demoraría poco más de media hora en llegar a las coordenadas indicadas en el correo. El encuentro tuvo lugar en su pequeña sede a las 4:30 pm, media hora antes de la pautada.

Un hombre de unos treinta y tantos me recibió. Mi saludo fue torpe, desconocía que hasta para una entrevista de trabajo el saludo es con beso en la mejilla. Mis intenciones de saludo de mano fueron completamente ignoradas por Luciano. Como todo fue en cuestiones de segundo pude reponerme de ese bochorno.

Me preguntó de dónde era y cuánto tiempo llevaba en Montevideo. Venezuela. Sí, todo un tema, la crisis, la situación, la economía, la inseguridad. Me dejó en un cuarto rectangular, bien iluminado por sus amplios ventanales que permitían ver hacia afuera. Para mi comodidad encendió la calefacción. Me puse cómoda y me relajé.

A los minutos llegó Pablo, hombre entre 40 y 50 años, con marcadas pero simpáticas líneas de expresión. Su barba blanquecina era de pelo corto y uniforme. Su voz inspiraba respeto y no resultaba intimidante. Esta vez el saludo fue menos torpe, aunque se trataba del director general de la empresa, igual nos estampamos sendos besos en las mejillas.

Por segunda vez manifesté que era de Venezuela. Demostró que tenía una somera idea de lo que nos ocurre. Por voluntad cortó con el tema. Decidió entonces interpelarme. Conté una pequeña parte de mi historia laboral, estudios y deseos. Desde un principio me advirtió que para el cargo que buscaban necesitaban a alguien de mucha experiencia. Cosa de la que carezco.

Aquí eres nadie, aquí tan solo tienes un ínfima experiencia, posees ciertos conocimientos -reflexionaba a medida que él conversaba-. Primera lección: humildad.

En nuestra conversación él escuchaba con detenimiento, si hubo cosas que no les gustaron (que de seguro fue así) en ningún momento hizo alguna mueca que lo delatara. "Ta" -repetía en nuestro diálogo-. Esta alocución es mencionada incontables veces en cualquier índole de conversación, con ello te hacen entender que te están siguiendo, que te están entendiendo, es su manera de expresar conformidad con lo que dices.

Después de 30 minutos mis expectativas ya habían aterrizado. Pisé tierra. Abandoné el edificio con un sin sabor. Me dije que apenas era el primer intento en 4 días de estrenarme en esta linda ciudad.

Lo que sí es cierto es que esto apenas empieza. En cada encuentro con nuevas personas
te sacude y es lógico, sales por completo de tu zona de confort, emprendes un camino de autoreflexión y te descubres y revientas sin parar.

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