La mañana del jueves 26 de mayo me dediqué a crear perfiles en Gallito.com.uy y a enviar mi currículos junto a mi portafolio de cuentas que he manejado como Community Manager de emprendimientos venezolanos a distintas agencias digitales en Montevideo. Conseguí una oferta en N3XO, quienes estaban buscando a un Social Media Manager, cargo que me parecía ambicioso para una recién llegada, y de paso, extranjera. De camino, pensaba que mis pretensiones no serían ocupar ese cargo, tan solo presentarme y ser útil en cualquiera de las áreas que ellos consideraran u otro cargo inferior, después de todo para pautarme a reunión a alguna razón obedecía. El mismo día que envié al menos unos 5 correos con par de datos adjuntos, el director general de esta agencia me citó para el siguiente día: viernes.
No les voy a mentir, las expectativas eran elevadísimas, tanto que nublaron todo mal pronóstico. Según Moovit -app de navegación-, demoraría poco más de media hora en llegar a las coordenadas indicadas en el correo. El encuentro tuvo lugar en su pequeña sede a las 4:30 pm, media hora antes de la pautada.
Un hombre de unos treinta y tantos me recibió. Mi saludo fue torpe, desconocía que hasta para una entrevista de trabajo el saludo es con beso en la mejilla. Mis intenciones de saludo de mano fueron completamente ignoradas por Luciano. Como todo fue en cuestiones de segundo pude reponerme de ese bochorno.
Me preguntó de dónde era y cuánto tiempo llevaba en Montevideo. Venezuela. Sí, todo un tema, la crisis, la situación, la economía, la inseguridad. Me dejó en un cuarto rectangular, bien iluminado por sus amplios ventanales que permitían ver hacia afuera. Para mi comodidad encendió la calefacción. Me puse cómoda y me relajé.
A los minutos llegó Pablo, hombre entre 40 y 50 años, con marcadas pero simpáticas líneas de expresión. Su barba blanquecina era de pelo corto y uniforme. Su voz inspiraba respeto y no resultaba intimidante. Esta vez el saludo fue menos torpe, aunque se trataba del director general de la empresa, igual nos estampamos sendos besos en las mejillas.
Por segunda vez manifesté que era de Venezuela. Demostró que tenía una somera idea de lo que nos ocurre. Por voluntad cortó con el tema. Decidió entonces interpelarme. Conté una pequeña parte de mi historia laboral, estudios y deseos. Desde un principio me advirtió que para el cargo que buscaban necesitaban a alguien de mucha experiencia. Cosa de la que carezco.
Aquí eres nadie, aquí tan solo tienes un ínfima experiencia, posees ciertos conocimientos -reflexionaba a medida que él conversaba-. Primera lección: humildad.
En nuestra conversación él escuchaba con detenimiento, si hubo cosas que no les gustaron (que de seguro fue así) en ningún momento hizo alguna mueca que lo delatara. "Ta" -repetía en nuestro diálogo-. Esta alocución es mencionada incontables veces en cualquier índole de conversación, con ello te hacen entender que te están siguiendo, que te están entendiendo, es su manera de expresar conformidad con lo que dices.
Después de 30 minutos mis expectativas ya habían aterrizado. Pisé tierra. Abandoné el edificio con un sin sabor. Me dije que apenas era el primer intento en 4 días de estrenarme en esta linda ciudad.
Lo que sí es cierto es que esto apenas empieza. En cada encuentro con nuevas personas
te sacude y es lógico, sales por completo de tu zona de confort, emprendes un camino de autoreflexión y te descubres y revientas sin parar.
- Estas líneas tan solo serán un poco de pensamientos y reflexiones contrastantes que me han tenido inquieta.
- Mis navidades del año 2014 fueron muy distintas a las que han transcurrido hasta entonces. Estaba rodeada de un montón de gente de distintas culturas, de distintas partes del mundo: de Brasil, Arabia, Vietnam, Francia, Angola, entre otros. Mi día iniciaba con la asistencia a clases; mi primer recuerdo de mis mañanas, aunque le anteceden otros, era el olor a café que se desprendía del vaso de un amigo venezolano oriundo de Barinas, sumamente atractivo para cualquiera, por cierto.
- En las vísperas de navidad me encontraba preocupada por los regalos de Navidad para cada uno de los miembros de la familia. Se había planeado el intercambio para ese día. Contaba con cierta "abundancia" si se compara con lo que cuento actualmente.
- Desearía contar con lo que contaba el año pasado con la única finalidad de cumplir esa regla social de envolver regalos y demostrarle así cuán importante es esa persona en tu vida. Pues, afortunadamente no cuento con los recursos económicos que me ayudarían a demostrarle a mis personas favoritas en el mundo cuánto los amo.
- Por el contrario, a diferencia del año pasado, compartiremos la misma mesa, con hallacas hechas con nuestras manos y la incomparable sazón de mi madre, acompañado de un vaso compartido -por una casi incomparable sangría de no-buen gusto- viéndonos a los ojos y diciéndonos: "Feliz Navidad, ahora sí en nuestro hogar, juntas". ¿Qué puede ser mejor que esto?
- Si algo sé es que la mejor inversión que se hace es el tiempo compartido que se llena de sonrisas, miradas, abrazos, besos y hasta una pelea tonta. Por eso la rosa de nuestro amado Principito no era cualquier rosa, era SU rosa.
- Por cierto, a propósito de esos que opinan siempre "la alegría de este país en Navidades se ha perdido". Bien, puede que sea cierto, aunque a veces solo nos quejamos de lo que no podemos tener, de lo que se fue, lo que dejó de ser, sobre todo porque es Navidad. Pues bien, te voy a contar que este es solo un sentimiento que puedes además cambiar con tu actitud. Celebra lo que tienes, aunque sea poco, celebra lo que recibes, regala tu mejor sonrisa, deseo y disposición de hacer de este sentimiento algo positivo. ¿Cómo se logran los cambios? Uno a uno...
- Creo que el 31 querré contar cómo fue el del año pasado porque si algo me da en estas fechas es que... me da por recordar, incluso hasta lo que no debería.
Antes de ser periodista, he sido y seré hermana. Este rol me define. Soy una hermana especial. ¿Por qué? Porque mi hermana es especial. Ella es un
ángel.
Esta historia que les voy a contar, lleva años
desarrollándose. Sin embargo, hoy llegó a un punto bien interesante donde lo
que creimos que pasaba, dejó de ser. Hubo un cambio... un buen cambio.
Oriana, mi hermana, desde pequeña llamó la atención. En
principio, mi madre me contó que nació con el pelo rojizo. Conforme pasaban los
días el instinto maternal la alertaba sobre algo. Las acciones que se esperaban
de un bebé de su edad no se hicieron notar. Ante la incertidumbre y preocupación, mamá y
papá... y yo tocamos fuimos tras las pistas de la ciencia, esa que aparentemente
nunca se equivoca. Galenos por doquier. Exámenes, teorías, acercamientos, informes,
descripciones; hasta que por fin nos dieron respuestas nada alentadoras.
Recuerdo que entre lo que se comentaba con amigos y familiares mi papá intentaba imitar la sapiencia del doctor: “su hija no va a
caminar, no va a desarrollar mucha masa muscular, será menudita…” Bla, bla, bla. Pasaron los
años y la supuesta menudita se convirtió en una niña maciza, encuerpada, que
caminó –a los 3 años comenzó a dar pasos con apoyo- y que con sonidos y señas se hace entender y además come sola. Aquellas profesías se revirtieron con terapia,
dedicación y amor.
Luego de intentar distintos tratamientos y
fórmulas médicas escuchaba repetir a mamá y a papá cómo explicaban el
diagnóstico a quien preguntaba, ya fuese familiar, amigos e incluso curiosos
desconocidos: “Ella tiene acidosis láctica. ¿Qué ocurre? Todos nosotros tenemos
ese líquido en la sangre al nacer, en su caso, tuvo unos niveles muy elevados
que por alguna razón no expulsó por medio de la orina como lo hacemos nosotros. En
consecuencia, su sangre se contaminó, afectó su cerebro y provocó ese retraso
global, a nivel motor, el habla, el entendimiento. Ella entiende órdenes
básicas, pero no habla nada. Y al menos camina. Los doctores decían que no iba
a caminar nunca, pero menos mal porque imagínate como cargaría uno a esa niña
tan grandota”. Y yo seguí el mismo patrón de explicación para mis amigos y
desconocidos. Muy didáctica y simple.
Empecé a navegar en internet cuando tenía 11 años y quería
retar la magia de que ahí todo se encontraba. Mis búsquedas sobre “acidosis láctica”
arrojaban escasos resultados y que nada se asemejaban a características sobre
mi Tiky. No comprendía el porqué pero lo justificaba pensando en que se trataba de un caso excepcional o sumamente
extraño del que nadie hablaba. Mis intentos fueron innumerables, al igual que
los de mamá. Se quejaba de lo mismo. Acudíamos a enciclopedias médicas y la
misma historia: sin resultados satisfactorios. Sin respuestas que calmaran la sed.
Esto no desanimaba ni descuidaba la atención hacia Oriana. Asistió
al colegio durante años en los que tuvo avances y retrocesos. El acompañamiento
en el hogar era y ha sido fundamental en el desenvolvimiento personal. También
asistió a terapias de lenguaje y ocupacional.
La novedad
Con 19 años de edad se decide someter a Oriana, nuestro
corazón con paticas, a nuevos exámenes de chequeo y a otros exámenes
genéticos adicionales. Los resultados arrojan un nuevo diagnóstico. El viejo cuento
didáctico quedó en el pasado.
El síndrome de Angelman. Y no es casualidad que
contenga la palabra “angel”.
Inmediatamente al conocer los resultados por un mensaje de
whatsapp que me hizo llegar mi papá, comienza mi búsqueda sobre sus causas,
síntomas, pronósticos y tratamientos. ¿Los resultados? Más satisfactorios comparándolos
con “acidosis láctica”. Conseguimos respuestas claras y precisas. Descripciones
que reflejan al ángel de la casa.
Google. “Síndrome de Angelman en Venezuela”. Enter. Hay una niña llamada Andrea de 12 años de edad, oriunda de
Maracay, menor que Oriana. Sus padres fundaron Un Ángel en Venezuela,
organización sin fines de lucro que brinda apoyo a familias, persigue la
reunión de otras personas y niños que padezcan el mismo síndrome.
Ahora te preguntarás: ¿En qué consiste este síndrome de Angelman?
Con información extraida del portal discapnet el síndrome de
Angelman es descrito por primera vez por el pediatra Henry Angelman, esta enfermedad de origen genético es causada
por una delección (perdida) de una parte del cromosoma 15. Existen dos
tipos de delecciones en referencia a este cromosoma. Si la pérdida es de origen
paterno, nos encontramos ante la enfermedad de Prader Willi, si por el contrario la pérdida procede de la parte
materna, entonces hablamos del síndrome
de Angelman.
Algunos de las características según Fundación del Síndrome de Angelman (ASF), son muchísimos mas entre: estrabismo, escoliosis, convulsiones en la etapa de desarrollo, entre otros. Se conocen 800 escasos, de los cuales 500 se concentran en EEUU (Miller, 2007)http://www.angel-man.com/Guia_para_los_padres.htm
Me encantaría que me ayudaras a difundir este contenido para
también reunir a todos los demás: vecinos, allegados, conocidos, niños, adultos
diagnosticados con Angelman.
La difusión de esta información es vital para la educación
de padres involucrados y para la sana convivencia e integración de niños y
personas con necesidades especiales en la sociedad.
Viernes negro para los venezolanos. Así cerró el 10 de
abril, un sector de venezolanos se sintió hundida en el desasosiego,
desesperanza e incertidumbre. La
juventud venezolana. Muchos de nosotros, incrédulos y abatidos, con un
trago intentamos edulcorar el rancio sabor de la noticia sobre la reducción de
divisas -que por derecho nos corresponde-.
Para algunos sus planes de estudiar en otras tierras se cancelaron
-por la egoísta razón de que el gobierno no lo considera prioritario- y abrió el
chorro de lágrimas de arrechera. Nos preguntamos entonces cuál es la verdadera
prioridad porque la seguridad, la alimentación, la economía no lo es; las
firmas ¡SÍ! ¡El show sí! ¿Cuántos jóvenes son azotados por el hampa común a
diario? Una de razones que motiva un plan emigratorio es la inseguridad;
porque te roban un celular, un carro, tu dinero o peor aun te tirotean porque
sí, porque aunque no te hayas resistido llevas plomo y punto.
Venezuela es un país joven, su gente madruga, trabaja y
estudia simultáneamente porque cree en los esfuerzos pese a todas las calamidades. Hay esperanza. Se
escucha el “Dios aprieta, pero no ahorca”. En contraparte, esos episodios en
los que te arrebatan lo que con tanto trabajo nos cuesta, la intranquilidad de estar
en la calle es un goteo constante de desesperanza. Las prioridades de la juventud hoy son otras;
la lucha por la libertad, estudiantes viven tras rejas y en condiciones
deplorables; fuera de la cárcel viven temerosos de ejercer su derecho del libre
pensamiento por miedo a represalias; encuentros sociales y fiestas cada vez se frecuentan menos por
miedo y enfrentarse a la posibilidad de no vivir para contarlo.
Padres y madres lamentan lo que a sus hijos les ha tocado
vivir. ¿Cuántos de nuestros papás de nuestra edad con su primer empleo ya
podían dar la inicial para un auto, con un poco más de esfuerzo adquirir una
vivienda y de poco a poco llegaron a prosperar? Eso sí, con mucho esfuerzo. Con
trabajo digno, sin regalías, ni limosnas populistas. Y ahora, se detienen a
vernos, por un lado, ellos estancados y nosotros imposibilitados, enjaulados, en el otro.
Después del viernes negro, los planes se habrán caído momentáneamente
para algunos; sin embargo, los jóvenes con visión de futuro, con aspiraciones y
objetivos buscarán con ahínco la manera de emprender y comenzar de nuevo en otros horizontes. Así
quiere quedarse el gobierno, con las focas que aplauden el mal que a ellos no
los aqueja “porque no usan dólares”.
Al frente de JPSUV les pregunto: ¿Qué le exigirán
al gobierno con los más de 2.8 mil millones de dólares por recorte de asignaciónde divisas? ¿Qué hará el gobierno enfrentará la mal llamada guerra
económica? ¿Qué aspiran como jóvenes? ¿Comida? ¿Becas? ¿Qué tal si le asignan
los recursos a las universidades públicas? ¿Es que acaso carecen deaspiraciones de
calidad de vida y solo sienten la alegría por la masificación de la miseria que
afecta a tu enemigo político?
Me tomo el
atrevimiento de cuestionar la creación del hombre nuevo, esa de la que tanto
hacía mención Hugo Chávez y que en este escenario se ha convertido en lo que Eduardo Sanabria
plasmó en una de sus irreverentes caricaturas:
El presidente Maduro y su equipo ha empobrecido más a cada
uno de nosotros. Estamos acorralados ante un régimen que incapaz de solucionar
el desabastecimiento, la inseguridad y la inflación (únicamente nombro los que
nos afectan a todos sin distinción política porque mencionar lo demás, como
estudiantes y presos políticos, es armar el cuadrilátero).
Recién graduados, profesionales, estudiantes, gente joven somos
prisioneros en nuestra propia patria malograda. Sedientos de progreso y
oportunidades. Sedientos de que nos respete el derecho a la vida.
Mientras unos
puedan, aun con la limosna cadivera,
seguirá la “fuga de talento”.
A aquellos que se fueron y a los que se van, espero que nos
reencontremos para la construcción de la Venezuela que queremos.
El libro fue un obsequio que me
disfruté en un vuelo de cinco horas. En total fueron necesarias solo siete para
terminarlo íntegro. Agradecida por el detalle.
La desgracia que abrió los
números rojos del año 2014. Un doble homicidio que engorda más esas cifras que
estómagos llenos. El libro tiene el sello de la periodista ucabista María
Isoliett Iglesias –a quien tuve el gusto de conocer en una charla en la
universidad con mi salón–. Este acucioso trabajo periodístico merece el aplauso
de todos, no solo por su detalle, sino porque reivindica el periodismo de
investigación tan penado y vuelto cuesta arriba en tiempos de censura y
persecución sobre quienes se atreven a alzar la voz.
La estructura del libro que imita
la de un guión de telenovela hace de Capitulo Final una obra tan trágica como
respetable.
Sin embargo, pese a la historia,
su exactitud en datos, los perfiles de sus víctimas y victimarios hay un tópico
dentro de sus páginas que llama mi atención: los efectos de portar un arma. Se
deja entrever que, según los malandros, el señor gruero portaba arma, aunque
no existe evidencia. Esta información es difusa, ¿Por qué? ¿Para encubrir al
señor Luis Sarco, quien auxilió a Mónica y Harry?
Me da la impresión que ese
posible disparo para espantar a los malhechores fue el detonante de la furia y
adrenalina de El Gato, el que efectuó los disparos. ¿Será que si el gruero no hubiese disparado, quizás Mónica y Harry no
estuviesen “dormidos para siempre”? Siempre he pensado que hablar de lo que
pudo haber pasado es absurdo y desolador. Simplemente no pasó. La realidad es
otra sin vuelta atrás.
El porte de arma lleva consigo una incalculable vehemencia. Envuelve un poder con aires de inmortalidad. Pero,
¿quién va a acceder desarmarse en un país donde el Estado no te protege, en
donde no se respeta el derecho a la vida? Al ciudadano no le queda otra
alternativa que apelar a la defensa propia.
Ni a Isoliett, ni a Ramírez les
tiembla el pulso para dejar claro que los más de 10 planes de seguridad
implantados por el gobierno no han funcionado. Las cifras aumentan y la
impunidad pasea cómoda y sonriente entre nosotros. Aunque también rescatan la
gestión emprendida por el Ministerio del Poder Popular de Servicio
Penitenciario en parte de los recintos, entre ellos el Rodeo II,
en el que albergan seis de los implicados en el crimen.
Por otra parte, leer las entrevistas de ellos te altera
la bilis. Se agita la respiración y se disparan los porqués. Y te das cuenta de
que los mueve la necesidad y los aclama el camino fácil, la carencia de
valores, que incluso en la sangre fría puede haber destellos de remordimiento.
Desconocían quienes eran esas personas a quienes le arrebataron la vida.
Dos amantes de
Venezuela le pusieron nombre y apellido al problema de la inseguridad; la
presión nacional e internacional asfixió al gobierno, presionó a los cuerpos de
seguridad encargados. Tanto así que descubres que uno de los implicados está ahí por dar una respuesta y no porque haya participado en el hecho –como lo narra Leonard Danilo Marcano en su testimonio–. La rápida respuesta estuvo por encima de su presunta inocencia.
Venezuela parece un país de
papel, malogrado, arrugado. Nada es lo que parece. Nos quema el irrespeto, la
intolerancia, la injusticia y solo quedan las cenizas de algo que pudo ser.
Gracias y felicitaciones a María Isoliett Iglesias y Deivis Ramírez por su trabajo.
Aunque hubiésemos querido seguirle los pasos a Cheverito, el
presupuesto era recortado. Decidimos conocer una pequeña parte de la
amplia costa venezolana, Chuao fue nuestra casa por tres días y dos noches.
Tres mujeres solas. El hombre que nos acompañaría, aun
cuando se le insistió, declinó por compromisos académicos impostergables. Su
ausencia no me generó mayor inquietud que saber que éramos tres mujeres solas. Aunque
se contrapuso el excesivo feminismo de Dana. Me resultó inspirador para
emprender lo que para mí era una “hazaña”. Acampamos dos noches en carpa bajo el
manto negro estrellado y acompañadas del monólogo del mar.
Procuramos ser equitativas con todo. Atún, fajitas, arroz,
carne molida, jamón y queso encabezaron el menú de esos tres días.
Este viaje estuvo lleno de debuts e inminencias. La primera. Nos sorprendió un temblor de magnitud 4 en
Maracay, duró al menos tres segundos. Así comenzó nuestro despertar el día que
partimos a Chuao. Estábamos en casa del embarcador. El sacudón de la tierra fue
el tentempié de nuestro desayuno familiar. Los teléfonos repicaban con urgencia.
Podías intuir lo que decía la voz al otro lado: “¿Lo sentiste? Aquí todos
salimos” al tiempo que respondían “Sí, vale. Pero fue rápido, gracias a Dios.
Saludos a todos por allá”. Un accidente escatológico a consecuencia del “cague”
que le provocó el temblor a una tía del embarcador, nos hizo el chiste mañanero. Pronto
ya habíamos llenado el estómago con arepas dulces con queso blanco y jugo. Con barriga llena partimos.
El embarcador, para amainar su culpa nos dejó en la vía.
Antes, ya nos había dado una pequeña inducción sobre el recorrido con los
tiempos promedio, el lugar idóneo para estacionar a Megan, mi auto, la duración
del recorrido en lancha y lo más importante: la búsqueda de Manzanita.
La segunda calamidad, mi visita mensual. No se le ocurrió
mejor momento que llegar el día antes de partir, así que debía lidiar con ella
y sus dolores junto con la playa y la arena. Nada fácil considerando que iba a
acampar.
La tercera, se trataba del acontecimiento más emblemático para
mí. Llegaríamos a un lugar que desconocíamos en la búsqueda de un tal
“Manzanita”. ¿La razón? Creo que ninguna. Ya Daniel, el embarcador, lo conocía
y nos habló de él:
—Búsquenlo que es súper pana. Es una nota, les va a caer
súper bien. Ya verán -con una alegría infantil imperturbable pese a sus casi 30
años.
Manzanita es un amigo de Chuao. Una referencia para turistas
del mundo. El amigo de un amigo termina siendo el puente de enlace entre
continentes y ciudades alejadas del pueblo.
La primera misión al llegar era buscar a Manzanita. A decir
verdad me sentía como la Eugenia Blanc de Blue Label en búsqueda de alguien
que desconoce, -en su caso era su abuelo, en el mio un señor que fácilmente
podría ser mi abuelo o mejor dicho mi papá- separados por no sé cuántos
kilómetros, sin mayor dato que un apodo como “Manzanita” y con una supuesta
certeza de que él haría mi estadía más llevadera.
Embarcar la lancha fue fácil. Los lugareños se encargan de arrearte
hasta su transporte -con nombres bien particulares-, así consiguen el dinero
diario que imagino se convierte en litros de ingesta de cerveza y quizás
pescado.
Pasados 20 minutos arribamos al malecón de Chuao. Era sábado y los
pobladores estaban de fiesta; cornetas inmensas con reggaetón a todo volumen
nos dieron su bienvenida sandunguera. Toldos patrocinados por la polar light decoraban el estrecho
pasillo del malecón. Se sentía la algarabía, cosa a la que le rehuimos. Mi
bolso me tenía la espalda tensa. Dana, que se molesta por casi todo, tenía una
lucha con el peso de su bolso nada ergonómico. Pesaba mucho, demasiado, pero se
negó a nuestra ayuda. Lyn y yo aparte de nuestras mochilas compartíamos el peso
de la cava que contenía nuestra comida.
Caminamos por la orilla de la playa un montón de metros, y
cada cierta distancia preguntábamos por Manzanita. Indicaban que estaba casi al
finalizar la playa. Sí, lejos. Después de preguntar tres veces, llegamos
finalmente a la casa del personaje.
El tiempo amenazaba con una torrencial lluvia. Dana, como líder,
se acercó a la parte techada con sillas y mesas que daba la
impresión de ser un restaurant playero. Ahí estaba Manzanita, desacreditando
todas mis imágenes sobre su posible apariencia. Se presentó con un fuerte
estrechón de manos y beso bien plasmado. Hizo un par de preguntas sobre a qué Daniel nos referíamos, supongo
que para fijar y recordar quién era con exactitud. Pensé que si no lo recordaba
de seguro nos echaría. Lo recordó sin problemas y nos presentó a una muchacha contemporánea
con nosotras, sostenía en su mano izquierda una polar negra. Pronunció Minerva con su sonrisa perfecta.
Manzanita nos advirtió sobre la lluvia y recomendó que instaláramos
la carpa debajo de su techo. Se supone que debían ser dos carpas, pero inconsistencias en la comunicación entre Dana y Lyn provocó que una asumiera que
la otra llevaría la carpa.
Así que nos las arreglamos para meter dos colchones en mi taguarita.
El viaje de hora y media hacia Choroní estuvo lleno de
anécdotas personales; la familia, el futuro, la situación del país, el trato
hacia los futuros hipotéticos hijos y su administración del dinero. La estrecha
y montañosa carretera de vez en cuando se reducía a un solo canal, de los dos
que la componen. Subidas y bajadas bruscas pusieron a prueba mis capacidades
como conductora. Y lo dijeron ellas: me gradué como pilota a pruebas de baches, buses y huecos desprevenidos, mención
publicación (este es el cuarto ítem de la lista de los debuts).
Dana es de esas mujeres que no necesita de nada, ni nadie
para hacer lo que quiere. Su voluntad es suficiente. Forever Strong versa en su brazo derecho. La tinta negra indeleble
lebombea la fuerza necesaria para
mantenerse fuerte e impávida todos los días, al menos eso es lo que proyecta.
Posee esa capacidad de liderar en cualquier sala que se encuentre por su
carácter intrépido y proactivo. Cualquiera que la conozca la puede describir
como “una muchacha muy pila” y también osada, con muy mala memoria, debo
acotar. Con buena conversa me mantuvo en el corrido hasta llegar a Puerto
Colombia, lugar donde dejamos a Megan. Se trata de una posada con un
estacionamiento amplio, que en su momento albergaba al menos 12 carros. Cobran
por adelantando, 60 bolívares el día. En nuestro caso fueron 180.
**
Piernas delgadas y largas vestidas con un jean azul y botas
de suela gruesa negras, un atuendo ajeno a lo que acostumbra ver la arena y el mar. Una franela verde manzana como su apodo. Una fila de
pelos claros oscuros esconden su labio superior y cuando te besa, que lo hace
con mucha frecuencia, causa cierta piquiña. Manzanita es una manzana
acaramelada, cada tanto te rodea con sus brazos y remata con un beso en la
cabeza, la mejilla, la nariz, donde sea reposa su húmedo gesto. Su tez es tan
blanca que el sol lo pigmenta rojo y de ahí es que proviene su apodo
“manzanita”.
—“Chamo, es que te pones demasiado rojo como una manzana y
ahí empezaron a llamarme así: Manzanita” contó a modo anecdótico.
Por culpa del refresco Hit de manzanita es que cuando lo
escuchas puede que te imagines una manzana verde y no roja.
Desde hace 15 años que vive ahí en Chuao. Cuenta que apenas
lo conoció, se enamoró de la paz, la belleza y tranquilidad. Y no lo culpo.
Aunque de seguro no se compara a lo que era hace 15 años. Más virgen, menos
poblado, quizás más íntimo.
Su nombre es Luis Rafael y apuesta a que casi nadie
lo sabe. Parece un hombre que disfruta estar solo, de
rodearse de cosas simples. Estado civil: “felizmente divorciado”, con hijos mayores
que viven en el exterior, para variar.
Su estilo de vida, palabras, gestos, toda esa fruta hecha
hombre me hizo recordar un fragmento de El Principito: “He aquí mi secreto, que
no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es
invisible para los ojos”. Manzanita ve con el corazón.
Solía repetir con
frecuencia: “Aquí yo hago panas, no clientes”. Contaba que hacía una semana
había atendido a una "parranda" de irlandeses que estaban fascinados, y antes de ellos
llegaron unos brasileros. Uno como venezolano le cuesta creer que nos visiten
aun con el problema de la inseguridad, pero no dejan de existir esos casos
aislados de turistas en su búsqueda del cálido Caribe que nos visitan y quedan
enamorados de nuestros paisajes. Venezuela es más que un país con forma de
pistola ahogado en problemas.
Se comparaba con los vecinos de al lado, un negocio de venta de comida y bebida, que estaban llenos de
gente que pagaron por una mala atención. Manzanita es servicial y ofrece más que
un botellón de agua o los mejores tostones de la playa, según me confesó él mismo y que no pude comprobar porque no los probé. Su
amistad, su buena vibra, su paz interior la refleja y comparte. Lleva una vida
austera. Presumo que su comida favorita es la arepa, tanto en la cena como en
el desayuno. Esta completamente deslindado de las preocupaciones caraqueñas.
Por impresionante que se lea en Chuao están dotados de: harina pan, aceite,
mantequilla, crema dental, azúcar, café, esas cosas por las que aquí nos
matamos. Los abastos se veían coloridos, abastecidos, sin colas, sin señoras
histéricas. Chuao parecía el paraíso, literal.
Su casa no posee puertas, ni delantera, ni trasera. No hay
ventanas, es su manera de darles la bienvenida a todos. En una de sus paredes de
palo de bambú seco versa “bienvenido a mi paraíso”. En la parte trasera de su
casa construyó un baño pequeño, que sí tiene puerta con seguro, dotado de una
poceta, lavamano y ducha. El orden y limpieza del baño denota su pulcritud y
carácter meticuloso. Ahí no todos son bienvenidos. Debe estar siempre bajo
llave y solo es él quien te la proporciona sin costo alguno. La llave es otro elemento curioso. Cuelga
una cuerda gastada y como llavero una lata de Coca-Cola deforme y decolorada.
La llave maestra que te acoge a otro paraíso, porque el baño lo ha significado
para cada uno de nosotros en al menos una oportunidad ¿o no?
Con voz fina y suave contó cómo pasaron el temblor en Chuao.
Narró con precisión que escuchó una explosión muy fuerte detrás de su casa, como si se tratara de una bomba. De hecho, aseguraba que ese había sido el epicentro del temblor. Se
alarmó en su momento, pero no pasó de ahí. Posee una memoria admirable, Dana
desearía poder recordar detalles tan nimios como los que contó Manzanita de
anteriores terremotos y temblores.
El primer día preguntó nuestro signo al
igual que la fecha de cumpleaños; al día siguiente repitió los números sin
equivocaciones, sin anotaciones. Tres cumpleaños de unas recién conocidas.
Probamos sus arepas, redondas, tostadas, divinas. Nos trató como reinas. Su casa está a la orden y no veo la hora de poder regresar a "mi paraíso". Aquí te dejo algunas de las fotos que tomé.
Pronto les contaré y mostraré las fotos de El Chorrerón.